Las escuelas del Cuarto Camino funcionan en la vida. Sus miembros viven, trabajan y tienen amigos y familias en la vida. Esto las distingue en muchos aspectos de las escuelas de los otros Caminos.

La vida cambia de una generación a otra. Una persona que nace en esta época crece en una realidad de conectividad digital. Desde el día en que abren los ojos, todos a su alrededor se comunican a través de aplicaciones en los teléfonos. El padre de esta persona también creció en esta realidad, excepto en sus etapas tempranas y más emergentes. El abuelo creció en una era predigital que vio aparecer, desarrollarse y propagarse rápidamente esta revolución tecnológica. El bisabuelo proviene de otra era, en la que se impuso esta tecnología en una etapa relativamente posterior, a menudo con confusión y resentimiento. Y considerando que una generación dura 25 años, entonces nació el tatarabuelo en una realidad de teléfonos con discador y televisores en blanco y negro, que nunca concibió la conectividad digital excepto en sus novelas de ciencia ficción.

Una escuela del Cuarto Camino debe seguir el ritmo de estos desarrollos en la vida, porque sus miembros funcionan en la vida y porque sirven a una necesidad específica en la vida. Entonces, mientras que un monasterio cristiano en el Monte Athos, o un Vihara budista en el Tíbet, o una Yeshiva judía en Jerusalén, pueden verse y funcionar hoy como se veían y funcionaban hace 100 años, la escuela del Cuarto Camino no puede hacerlo. Debe cambiar como cambia la vida.

La necesidad que llena una escuela del Cuarto Camino es, inicialmente, de poca importancia para los buscadores, generalmente absortos en sus propias necesidades, aunque debe instruir su búsqueda. Si sueñan con encontrar una escuela del Cuarto Camino en una cueva en Asia Central o escondida en las selvas de Guatemala, su búsqueda está condenada al fracaso, a menos que desviarse a través de tal nostalgia sea necesario para su eventual desilusión. Después de todo, Ouspensky conoció a Gurdjieff en su ciudad natal, al regresar de buscar milagros en la India y Ceilán. Aceptar la verdad en sus propios términos y en cualquier forma que aparezca es a menudo el primer obstáculo.

De hecho, la vida cambia rápidamente de una generación a otra, aunque no necesariamente para mejor. La tecnología puede avanzar a medida que una era pone sus logros a disposición de la siguiente, pero pocos argumentarían que nuestra era tecnológicamente sin precedentes no es al mismo tiempo social, moral y políticamente degenerada. ¿Cómo es posible? ¿Cómo puede ser que las civilizaciones pasadas, especialmente las civilizaciones del pasado distante, parezcan haber entendido cosas fundamentales sobre la condición humana que ya no entendemos? Aparentemente, en el paso de una era a otra, como en un juego de teléfono roto, cosas importantes se quedaron entre las grietas, cosas indispensables, cosas cuya falta ahora hace que nuestro avance tecnológico no tenga sentido. Podemos teletransportar un mensaje por todo el mundo pero no tenemos nada significativo que decir. Tenemos jets y cohetes y vehículos que funcionan con energía solar y ningún lugar significativo adonde ir. El conocimiento, las costumbres, los valores y la comprensión de lo que significa ser humano, cultivados a lo largo de siglos de trabajo acumulativo, se han erosionado y desaparecido. La tarea de una escuela del Cuarto Camino siempre gira en torno a recuperar tales pérdidas y reintroducirlas en la corriente de la vida.

La escuela detrás de este sitio web representa tal esfuerzo.

La Parte V de Buscador de la Verdad explica por qué detectar la actividad de las escuelas del Cuarto Camino en el pasado no es sencillo. A medida que el Cuarto Camino cambia con la vida, se despoja de su nombre y forma, borrando el rastro que deja en los registros históricos. Para descubrir las escuelas del Cuarto Camino del pasado, debemos comprender el espíritu del Cuarto Camino y buscar las apariciones de ese espíritu. A continuación se muestra una colección de citas que transmiten este espíritu:

Autores del siglo XX sobre las escuelas del Cuarto Camino